De verdad que nunca me sentí solo, porque noche a noche se paseaban los Mendigos por mi rincón. El Chabelín, por ejemplo, nuestro trato es explosivo, pero igual estaba preocupado por mi salud y una noche sentí un peso sobre mi y era porque él me echó encima el chaquetón del Manco Saavedra y luego se sentó a mi lado y se puso a tocar su harmónica y de ella salían blues melancólicos que ejecutaba con una maestría única y por eso no me extrañaba sentir sollozos silenciosos por todas partes. Y me decía, así como que no quiere la cosa : “ Ya poh weoncito, mejórate luego, porque si tu te vas, con quién cresta voy a pelear? Acá nadie en el Hogar tiene la altura para desafiarme, sólo tu”.
Sin ir más lejos, la noche antes-antespasada vino a pernoctar la “Médium” al Hogar y cuando supo que estaba en ese estado, no se despegó de mi en toda esa noche.“Ya poh, huachito rico, reacciona” – me decía la “Médium”- y a mi lado se quedaba acariciándome los cabellos y encendía inciensos con aromas ancestrales que me llegaban a asfixiar y dejaba una botella desechable con agua corriente y me cubría con una sábana blanca llena de blondas gigantes, para que los médicos espirituales me reconociesen y me operasen. Igual amanecía medio machucáo, pero lo asociaba a que, como siempre, dormía en el suelo. Esa tarde la "Poto fruncío" andaba fiera enjaulada y le daba bronca el hecho de que el resto de los mendigos reconociesen los cuidados intensivos que me brindaba la “Médium” y una noche la “poto fruncío” la echó con viento fresco de mi lado diciéndole que se fuese a pastar a otra parte, porque ella sí me iba a consolar y, lógico, se aprovechaba tocándome todo y yo me dejaba, porque estaba convaleciente y cuando llegaban sus manos califas al calzoncillo cuneteáo y palpaba que mi monstruo dormía plácido, se iba echando garabatos y vociferando que yo, realmente estaba cagáo. “Algo le hizo esta vaca, porque él no era así”- decía toda rabiosa la “Poto Fruncío” a la "Debbie Gibson" y a la "Marimacha"-
Cuando ya llevaba más de una semana en posición fetal y en ese silencio aterrador, oí no sé a quién que le comentaba a qué sé yo que pronto vendría la ambulancia a arrastrarme al Hospital y eso sí me dio miedo : Esos pasillos blancos y fríos, esa luz tenue,ese olor a penicilina, esa comida ( prefiero la del Hogar , en serio que sí!!) De verdad que me pasa algo raro con los hospitales, ya que los asocio con la muerte. Debe ser por los años que dormí en la Posta Central y veía cada cosa. Bueno, el asunto es que ese mismo día abrí los ojos y a la primera que vi fue a la "Médium" sonriéndome con todos esos dientes nicotinosos. Me dijo que me sané por el agua, porque los médicos espirituales habían puesto en ella la medicina exacta para sanarme y yo me la había bebido. Luego comenzó a rezar en idioma intergaláctico ( ahí sí me asusté ) y después gritó a todo hocico que me estaba mejorando y que no me iba al hospital. Inmediatamente se acercaron todos los mendigos y comenzaron a vaciar sus bolsillos y a darme de comer y de beber, interrogándome que quién había sido el saco wea que inició el incendio en el “Callejón de los Olvidados” y yo, de verdad, no sabía de qué mierda me hablaban.