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sábado, 27 de agosto de 2011

POSICION FETAL 8-2011





Benito Parranda siempre estuvo preocupado por mi estado, por eso acudía a visitarme, todos los días, tipo 20 horas, con el Doctor de la Clínica de los Milagros. Una de esas veces   oí que el “Siniestro” le  advertía al bueno de Benito  que yo estaba en huelga de hambre por la revolución pingüina y que de un momento a otro este sucucho de la caridad se llenaría de periodistas y que era mejor que comenzara a darnos buena comida y que de una vez por todas pusiera catres de campaña para no seguir durmiendo entre tablas. El Doctor no hacía más que preguntarme algunas cosas, abrirme la boca con una cucharita de plata, darme unos golpecitos por aquí y por allá y luego se iba con Benito Parranda  a encerrar a la Capilla ( porque ahí había calefacción ) y a hablar algo de mi, después de su familia, del hospital, del viaje afrodisíaco a la Isla Margarita, del golf, otra vez de mi, después del sermón del domingo pasado, de la pronta visita del Arzobispo de Santiago du Chili al Hogar, de cómo iba el asunto de la ampliación del hogar…en fin…

De verdad que nunca me sentí solo, porque noche a noche se paseaban los Mendigos por mi rincón. El Chabelín, por ejemplo, nuestro trato es explosivo, pero  igual estaba preocupado por mi salud y una noche  sentí un peso sobre mi y era porque él me echó encima el chaquetón del Manco Saavedra y luego se sentó a mi lado y  se puso a tocar su harmónica y de ella salían  blues melancólicos que ejecutaba con una maestría única y por eso no me extrañaba  sentir sollozos silenciosos por todas partes. Y me decía, así como que no quiere la cosa : “ Ya poh weoncito, mejórate luego, porque si tu te vas, con quién cresta voy a pelear? Acá nadie en el Hogar tiene la altura para desafiarme, sólo tu”.

Sin ir más lejos, la noche antes-antespasada vino a pernoctar la “Médium” al Hogar y cuando supo que estaba en ese estado, no se despegó de mi en toda esa noche.“Ya poh, huachito rico, reacciona” – me decía la “Médium”- y a mi lado se quedaba acariciándome los cabellos y  encendía inciensos con aromas ancestrales que me llegaban a asfixiar y dejaba una  botella desechable con agua corriente y me cubría con una sábana blanca llena de blondas gigantes, para que los médicos espirituales me reconociesen y me operasen. Igual amanecía medio machucáo, pero lo asociaba a que, como siempre, dormía en el suelo. Esa tarde la "Poto fruncío" andaba fiera enjaulada y le daba bronca el hecho de que el resto de los mendigos reconociesen los cuidados intensivos que me brindaba  la “Médium” y una noche  la “poto fruncío” la echó con viento fresco de mi lado diciéndole que se fuese a pastar  a otra parte, porque ella sí me iba a consolar y, lógico,  se aprovechaba tocándome todo y yo me dejaba, porque estaba convaleciente y cuando llegaban sus manos califas  al calzoncillo cuneteáo y palpaba que mi monstruo dormía plácido, se iba echando garabatos y vociferando  que yo, realmente estaba cagáo. “Algo le  hizo esta vaca, porque él no era así”- decía toda rabiosa  la “Poto Fruncío” a la "Debbie Gibson" y a la "Marimacha"-



Cuando ya llevaba más de una semana en posición fetal y en ese silencio aterrador, oí no sé a quién que le comentaba a qué sé yo  que pronto vendría la ambulancia a arrastrarme al Hospital  y eso sí me dio miedo : Esos pasillos blancos y fríos, esa luz tenue,ese olor a penicilina, esa comida ( prefiero la del Hogar , en serio que sí!!) De verdad que me pasa algo raro con los hospitales, ya que los asocio con la muerte. Debe ser por los años que dormí en la Posta Central y veía cada cosa. Bueno, el asunto es que ese mismo día abrí los ojos y a la primera que  vi fue a la  "Médium" sonriéndome con todos esos dientes nicotinosos. Me dijo que me sané por el agua, porque los médicos espirituales habían puesto en ella la medicina exacta para sanarme y yo me la había bebido. Luego comenzó a rezar en idioma intergaláctico ( ahí sí me asusté ) y después  gritó a todo hocico que me estaba mejorando y que no me iba al hospital. Inmediatamente se acercaron todos los mendigos  y comenzaron a vaciar sus bolsillos y a darme de comer y de beber, interrogándome que quién había sido el saco wea  que inició el incendio en el “Callejón de los Olvidados” y yo, de verdad, no sabía de qué mierda me hablaban.

viernes, 19 de agosto de 2011

CABINA TELEFÓNICA 7-2011


Caminamos en silencio por las calles lustrosas, sentí que tenía frío, porque de su respiración salía ese vapor helado y sus manos, bajo el chaleco de lana gruesa , se las frotaba con frenesí, como si quisiese que de ellas salieran fuego eterno. No tenía idea cómo ofrecerle mi chaquetón o pasarle mis guantes y eso que desprenderme de mis guantes, era como sacarme trozos de piel. Sólo me sonreía y sin palabras me decía que fuésemos a la cabina telefónica, que podríamos cerrar la puerta y quedar protegidos de la noche inmensa. “O.K.”,- le dije- y allá fuimos…eran cinco cuadras, las conté mentalmente y parecían no tener final. “Sábado” se adelantaba y volvía hacia nosotros, como si tuviese un elástico. Cuando llegamos a la cabina telefónica  torpemente chocamos al tratar de ingresar y nos reímos, creí olvidar en ese momento todo lo que yo era. Fue mágico, porque no sé cómo explicarlo…a ver…. es como si esta noche extremadamente oscura fuese una noche de esas de verano, de esas de adolescencia en que casi todo era perfecto, algo así…en realidad no tengo el blá-blá del Poeta Triste, hago lo que puedo, pero eso sentía y aún más : el frío se me había pasado un poco, porque sentía que algo quemaba mi pecho….raro, no? Y además sentía que la persona que tenía a mi lado estaba en la misma frecuencia que yo, aunque no me dijese palabra alguna.

Quedamos uno enfrente del otro en esa cabina telefónica y ella sacó un cigarrillo, era largo y delgado como sus dedos y luego, del banano, sacó una caja de fósforos marca “Odín”. Lo zamarreó haciéndome notar que existía sólo un fósforo. Yo le dije en señas que ojalá no se apagara antes, porque al examinar la caja de fósforos, estaba medio humedecida. Ella rió nerviosa y dijo algo en inglés que no entendí mucho. Le tomé las manos y le dije que me dejara a mi encenderlo y ella posó su cigarrillo en sus dulces labios. “One, two, Treee”-- le dije --y la llama encendió nuestros rostros próximos, mientras “Sábado” rasguñaba la cabina exigiendo ingresar. Sus ojos se encendieron con los míos y yo noté un dejo de abandono en ellos, como que me decían que debía besarla, como que me lo exigía……cómo negarme a besarla? pero….y si estaba equivocado? A penas la conocía!!! pero en esos roces con sus dedos largos cerca del fuego, parecía conocerla de hace siglos atrás…no sé si me explico….yo no creo en esas cosas, muchas veces me reí de la “Medium” ( una mujer gorda que andaba para todas partes con montón de velas y medallitas de latón para espantar los malos espíritus )cuando hablaba de eso de las vidas pasadas , decía que nosotros pagamos nuestros pecados en este ahora y que si somos mendigos, es porque fuimos reyes, pero reyes equivocados que jamás dieron nada por los demás. Y ahora frente a “La Bretaña”…. Se encendió el pucho delicado y una nube de color vainilla nos envolvió. Sólo nos mirábamos y nos tomamos de las manos y luego nos abrazamos y luego, sí, no besamos, toqué su lengua sabor vainilla y ella tocó la mía sabor soledad. Cerramos los ojos en ese beso y el mundo se nos borró , sólo eso, era como que la cabina telefónica nos llevase a otro mundo y lograba que la noche transcurriera lenta, muy lenta y “Sábado” daba vueltas alrededor de la cabina telefónica, como presintiendo que algo malo estaba por ocurrir, hasta que se perdió corriendo y ladrando hacia el “Callejón de los olvidados”

lunes, 15 de agosto de 2011

LA BRETAÑA ( 6-2011)


Es cierto, la noche estaba oscura, muy oscura, parecía un hocico de lobo y, mezquina se asomaba por el callejón de los olvidados. Yo seguía mirando el fuego, como hipnotizado, mientras el Jauría me contaba de la gente que nos rodeaba, del día que habían llegado, de sus tristezas y silencios, de cómo él sentía este callejón como su hogar y que cómo, de un día para otro, se fue rodeando de perros y perros y fue llamándolos su familia. Parecía  que llevaba siglos en este lugar (lo digo por la pasión con la que  se refería al callejón) y luego, sin aviso alguno, se acercaron a nosotros otros mendigos. En un rato eran miles de manos calentándose en el fuego y dos o tres tazones con té caliente circulaban entre sorbo y sorbo. ¡¡ Qué increíble que 3 o 4 bolsitas de té logren reunir a tanta gente !! Daba lo mismo si al final sorbeteábamos lágrimas de curáo, daba lo mismo, igual lográbamos espantar nuestra soledad infinita.



--- Bueno, les presento a Crusoe, lo trajo la última lluvia – dijo el Jauría –

A mi lado izquierdo tenía a la Bretaña, una mujer con unos increíbles ojos color océano profundo, con una piel color leche materna y unos dedos largos que, de vez en cuando, casualmente, acariciaban mi pierna . Yo, al principio no me di cuenta, pero después entendí que el roce no era casual. “ No, no habla español- me dijo el Jauría – llegó hace poco al callejón y nadie sabe su historia”. Y a mi lado derecho tenía a los tortolitos que no dejaban de besarse y decirse secretitos al oído .Ellos vivían su propio mundo, sólo pendientes de  recibir y darse amor . Era extraño…al menos pa mi…los tenía a mi lado, pero era como si los observara desde una colina lejana……me pregunté cuándo fue la última vez que sentí amor y no pude recordarlo. Me vino a la mente el último asalto de la “poto fruncío” e inmediatamente bloquié el recuerdo, porque esos besos, ese ùltimo encuentro ,era eso : sólo sexo y nada más. Ella me obligaba a decirle que la amaba y yo se lo decía y a pesar de que ella sabía  que mis palabras eran falsas, se sentía en las nubes y me decía que ella era sólo mía. Mentira!!! Esa misma noche fue del “Chabelín”, del “Orquesta” y también del “ de región” que, dicho sea de paso, andaba de paso.

La Bretaña se metió las manos a un banano que tenía una desteñida imágen del Puente de Londres  y sacó una cajetilla de cigarrillos. Luego me miró con esos ojazos azules y me invitó a salirnos de la fogata para fumar a solas. Por cierto acepté la invitación ( pa qué andamos con cosas...imposible negarse a esos ojazos azules!!) y, además, quería estirar un poco las piernas.“Sábado”, en el acto, nos siguió más allá del Callejón de los Olvidados, mientras el “Jauría” me atajó del brazo y me dijo en señas “ a ver si le logras arrancar algún garabato”

viernes, 12 de agosto de 2011

EL CALLEJÓN DE LOS OLVIDADOS ( 5-2011)



“Yo soy el Jauría” y cuando dijo eso, todos los perros comenzaron a ladrar, como aseverando lo que decía aquél hombre. Luego se sentó en una roca y siguió azuzando el fuego , observando cómo se consumían los maderos. Me invitó a que me sentara cerca del fuego  y fue el mismo “Sábado” que, con la lengua afuera y moviendo frenéticamente el rabo, me guió a un montículo de escombros.

 --- Dicen que pronto se vendrán las heladas – me dijo el Jauría no mirándome a los ojos-

--- Sí…es cierto…

--- Y muchos se irán con estos fríos de los mil demonios.

--- ….
Y recordé al Manco Saavedra, él es el número uno de este invierno. Antes fueron la “Matrona”, el    “ Macho Cabrío” y el “Pequeño Juan”, encontrados en distintos puntos de la ciudad, trágicamente azules  y tristes.....¿Seré el próximo? No, no creo, al menos tengo el Hogar de Crizto, pero aún así recordé que el Manco Saavedra murió en el Hogar y eso significa que la muerte nos persigue donde quiera que estemos, llámese invierno, hambre o lo que sea, ése es nuestro pre-destino, el que tenemos con mugre indeleble trazado en las palmas de las manos, como una vez le oí recitar al Poeta Triste. Recuerdo que la noche que recitó ese poema de la miseria ( como lo nombró) Benito Parranda se le acercó y le dijo que a pesar de que era un malagradecido, Dios lo amaba como el buen padre que ama a sus hijos descarriados. Después que le dijo eso, el Poeta Triste se sacó la camisa y le mostró una fea quemadura que le cruzaba toda la espalda y le dijo algo así como : “`y ése SU DIOS, el que dice que me ama taaaaaaaanto ¿ Dónde cresta  estuvo para evitar que esos neo-nazis hicieran esto conmigo? Mire, Benito Parranda!!!!!! - lo desafió, mientras el bueno de Benito lo miraba compasivo- mire bien esta marca, porque nosotros no somos hijos de Dios, somos los huachos de la divinidad, los que tenemos free-pass pal infierno mismo!!!” Ufff, todos quedamos como estatuas de sal, paralizados por el llanto de aquél hombre. Recuerdo que fue el mismo Manco Saavedra que se sacó como pudo su largo abrigo y cubrió al Poeta Triste y se lo llevó al patio para que llorara en paz. Ese gesto fue único y lo tengo clavado en mi memoria: Uno tiene marcas, es cierto, pero revelarlas al mundo no se debe hacer, por muy mendigo que se sea. Yo, por más que me empelotara no lograría exhibirlas, éstas se encuentran escritas en lo más profundo de mi alma.

 --- Cómo te llamas tu? – me preguntó el Jauría sacándome de mis pensamientos-

--- Yo?

--- Si.

--- Yo no tengo nombre – le dije acariciando a “Sábado” que se había dormido cerca de mi pierna-

--- No te estoy pidiendo el nombre, todo mendigo sabe que renuncia al suyo una vez que calza harapos, te estoy preguntando a cómo te haces llamar. Por ejemplo, yo soy el "Jauría" y el de más allá es el “Chapulín Colorado” ( siempre anda con ese chipote para todas partes, quién sabe para qué) y los de más-más allá, son los "tortolitos" ( nunca se pueden despegar) .

---Dígame ,Crusoe – dije seco-

--- Jajaja, entiendo – rió el hombre enseñando los pocos dientes que le quedaban- Mucho gusto, Crusoe.
Y de repente me di cuenta del lugar donde estábamos: Era un callejón lleno de casas de cartón, colchones solitarios, fogatas y mendigos por todas partes. Muchas veces en el Hogar de Crizto me habían hablado de que en el centro mismo de Santiago du Chili, existía un callejón lleno de mendigos que, por los supremos intentos que hacía Benito Parranda de llevarlos a su Hogar de Crizto, jamás habían aceptado. Muchas veces el bueno de Benito llegaba derrotado con su tropa de  samaritanos y con un montón de marraquetas con queso y los termos llenos de agua caliente y los tarros llenitos con café. Y, precisamente, aquí estaba yo, en el "Callejón de los Olvidados"


viernes, 5 de agosto de 2011

SÁBADO ( 4-2011)

Hay un segundo, un minuto, una hora que olvidamos…. no sé si me explico….a ver… ( deben ser los golpes que recibí, no sé)…muchas veces lo he sentido en el Hogar de Crizto e incluso hemos hablado de ello con los otros mendigos, fumándonos unos puchos compartidos en el patio interno que está lleno de orejas de oso, mantos de Eva, calas y gladiolos. En realidad no se puede explicar, porque hay que vivirlo. El Chabelín dijo una vez que ese tiempo olvidado es como estar muerto y que Dios nos manda, de vez en cuando, una muestra de lo que es su paraíso : Paz garantizada. (Me acuerdo que la Debbie Gibson y la “Poto fruncío” se reían del Chabelín porque decían que estaba hablando puras weás y que si quería irse al paraíso, ellas abrían las piernas y se lo enseñaban de una) En todo caso, pienso yo, que Dios es cruel al enviarnos ese botón de muestra, porque ese segundo, minuto u hora olvidada, tarde o temprano se evapora y despertamos donde mismo y con todas nuestras miserias.

Bueno, la cosa es que lo último que vi fueron esos bototos y caí en ese segundo, en ese minuto, en esa hora que olvidamos. A veces sentía pasos , gruñidos, ladridos, vehículos pasando raudos por una carretera, una gotera de esas infinitas que habla el Poeta Triste ( de vez en cuando va aquél hombre con esa voz cavernosa a pernoctar al Hogar de Crizto) y sentía cómo alguien azuzaba una fogata con maderas de una casa vieja que crujían por los recuerdos que mataba el fuego. En un momento estaba conciente ( se había acabado mi muerte transitoria), pero me rehusaba a despertar , porque tenía miedo, no sabía dónde estaba, por más que palpaba disimuladamente, no lograba dar con mi rincón predilecto del Hogar de Crizto. Hubiese hasta deseado sentir un beso baboseado de la “poto fruncío” y sólo sentía lenguetazos de un quiltro que no se despegaba de mi.

--- te quiere, ese perro te quiere – me dijo una voz que se oía cada vez más cercana—

Y recordé , recordé que en ese segundo, en ese minuto, en esa hora, aquella voz me habló en mi muerte transitoria y sentí que esa misma voz me bajaba la fiebre y que me daba de beber algo que decía era para el frío ( por el sabor eléctrico creí que era Vodka "Putonski", pero no estoy seguro )

---“El mejor amigo de un mendigo, es el perro” – dijo el hombre dando un chiflido a la nada
Y en el acto el quiltro que estuvo a mi lado en ese segundo, minuto u hora olvidada, se levantó de golpe alzando sus dos orejas y ahí me incorporé : Temí perder a Sábado ( Si Robinson Crusoe conoció a viernes un día viernes…¿ Por qué no le puedo llamar Sábado a mi perro, si él llegó a mi un día sábado?) Y le grité: “Sábado, ven a mi!!!!” y Sábado corrió a mis brazos y lo cubrí con mis harapos y fue por vez primera que me vi frente a aquél hombre rodeado de quiltros y quiltros fieles "a más no poder", de todos los tamaños y todos los colores.