Vistas de página en total

viernes, 2 de septiembre de 2011

HOLOCAUSTO ( 9-2011)


No tenía ganas de hacer nada, pero igual me daba ánimos y me levantaba, al menos, para estirar las piernas, así dejaba contento a Benito Parranda. Así fue que me di cuenta que estaba vestido con un pijama de líneas azules y blancas y por esa razón el “Siniestro” me puso el “Holocausto” y el muy maricón me decía cada vez que me veía dirigirme al baño “ Te falta la pura estrellita en el pecho” o “ aléjate del horno, weón”  Por mi lo hubiese bañado en combos, pero aún no tenía las fuerzas necesarias para eso, por eso me entretenía imaginando el día en que le volaría algún diente de un solo golpe. Sí, era muy cruel para poner apodos, porque eso de que me llame “Holocausto” me duele, ya que nadie sabe que mis abuelos llegaron de la Alemania Nazi a Chili. Lograron escapar de las cámaras de gases y los experimentos del Doctor Hell y se instalaron con una librería y comenzaron, de a poco, a hacer fortuna. Mi madre era la más hermosa de todas y algunos decían que yo había heredado su sonrisa melancólica. Luego conoció a mi padre y se fue todo a la mierda. Dicen algunos que él era como un imán para las desgracias y gente que se relacionaba con él, terminaba mal, por eso dicen que mis abuelos perdieron su negocio, que mi abuela terminó con camisa de fuerza en el “Open Door” alzando la mano y saludando al FÜHRER y que mi abuelo se obsesionó con la búsqueda de la “Ciudad de los Césares” y nunca jamás nadie supo de él. Mi madre comenzó a vender alfileres casa por casa, con el fin de comenzar otra vez de cero, pero lo poco que ganaba, mi padre se lo gastaba en el Club Hípico. El pensaba que un día de éstos un caballo le daría el dinero que necesitaba y viajaría a Europa a encontrar sus orígenes. Yo era chico, ni siquiera hablaba, pero me acuerdo que mi papá le sacaba la chucha a mi mamá, como si la culpase de la miseria de su vida. Un día, cuando tenía como seis años,  mi papá pasaba la borrachera en la hamaca del patio de atrás y, sin querer queriendo, una soga se le encaramó en el cuello y colgó como un muñeco de trapo en el parrón. Mi mamá no derramó lágrima alguna en el entierro y eso me llamaba la atención y lo más triste de todo fue que nadie quiso dirigirle unas palabras de despedida. Yo era chico y bueno…sea como sea era mi papá y sí, yo lo amaba. Por eso me despegué de la mano de mi mamá , tomé el micrófono y dije “Shalom, Papi” dándome tres golpecitos en el pecho y luego volví a tomar la mano de mi mamá que me miró con una cara de odio que jamás olvidaré…maldita sea, este pijama es el culpable! Prometí no recordar a mi familia, prometí no hacerlo!!!! Ahí me quedé meando en el urinario, dirigiendo la colilla de cigarrillo al desagüe  y  de mis recuerdos me sacó de un ala la voz burlona del “Siniestro” que me dijo mirándome por dónde salía el chorro amarillo : “Por lo que veo eres todo un Holocausto, sólo te falta un buen corte de pelo y estás al otro lado de la alambrada jajaja” y no alcancé a reaccionar cuando me arrinconó y  me examinó las muñecas como si buscase algo.Lo miré extrañado y él me dijo totalmente irónico: “ Estaba viendo dónde te habían marcado, quizás el numerito lo tienes en otra parte”. Ahí no aguanté más y me abalancé  sobre él con una furia que lo llegué a hundir en la pared del baño. “Eres un conchasumare – le gritaba entre sollozos- eres un verdadero conchasumare” y el muy maricón seguía burlándose de mi en forma inmisericordiosa y me llamaba insistentemente “Holocausto” y yo le gritaba y le escupía en la cara que mi nombre era Crusoe, que siempre fue Crusoe!!!!!!!!!!!!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario