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domingo, 6 de enero de 2013

CAHUÍN ( 16-2013)


El Mensajero había corrido la voz por todo el Hogar de Crizto que la Poto Fruncío estaba preñá, que de la noticia estaba el doscientos por ciento seguro, que la había visto levantarse con las gallinas, que la había visto vomitar y comerse un membrillo en una estación que no corresponde, que no sé si se habían dado cuenta, pero el cutis lo tiene bien bonito y que el de “Región”, antes de irse otra vez, le había contado que en un jugueteo-express, había comprobado que el maná brotaba de sus pezones oscuros. ¿Se han dado cuenta de que anda extraña? ¡Ustedes viven como pajaritos, si no estuviera yo, no sabrían de lo que ocurre a su alrededor! ¿Notaron cómo asistió en el parto imaginario de la Llorona? ¡Con qué amor le entregó la muñeca! Les falta mucho….y el maricón se fue silbando a vagabundear y ahí quedamos todos en el patio de los Gladiolos, haciendo memoria de cuál fue la última vez que estuvimos con la “Poto Fruncío”. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

OTRO SUEÑO DE ÉSOS (15-2012)



La Medium no pudo dormir en toda la noche, algo la inquietaba. Arropó a la “Llorona” y fue a tomar un poco de aire. Ahí se espantó: La luna tenía una argolla oscura y creyó ver al cachúo entre los Gladiolos. Se acercó de a poco y vio una bola de pelos que se rascaba con la pata trasera : Era Sábado. Lo intentó echar, pero no hubo caso. “¿También te sientes solo, amiguito? Acá todos estamos solos" y lo arrulló en su pecho para sentir el calor que el animal transmitía. “¿ Quién te dejó entrar? ¿ Tienes amo?” El perro comenzó a ladrar  a penas me vio llegar con un poco de comida. “Es mío-le dije a la Medium- no podía dejarlo otra vez en la calle. Al menos por esta noche se quedará acá y en la mañana, bien temprano, lo despacho. A este perro le debo la vida” Encendimos un pucho compartido y nos quedamos mirando cómo “Sábado” se  servía  el pobre banquete nocturno. Le pregunté qué hacía a estas horas y ella me contó que otra vez volvió a soñar cosas que no le parecen correctas. Un escalofrío me recorrió por completo, todos saben de los sueños de la Medium y cuando comienza con eso de que "otra vez tuve un sueño de esos", desaparecimos olímpicamente de su lado. Pero en este caso sólo debía apechugar, no me quedaba otra. 
Después de un largo suspiro, dijo: “Soñé que todos estábamos muertos, pero muertos-muertos, amontonados en los rincones del Hogar de Crizto . Lo extraño no era que estuviésemos muertos ( siempre en mis sueños estamos muertos, así qué más da),  lo extraño es que estábamos luminosos, incluso el Siniestro irradiaba soles. Era tanta la luz que brotaba de nuestros cuerpos que la noche la transformábamos en día. El único que no estaba luminoso era Benito Parranda y nosotros mismos intentábamos darle un poco de nuestra luz, no importando que quedáramos opacos. Lo tocábamos con nuestras manos, bailábamos a su alrededor, pero no había caso, seguía gris y él nos sonreía y nos decía que no nos preocupáramos, que se daba por pagado. Y luego cayó en el piso y nadie lo recordó ¡No es justo, Crusoe, no es justo!” Y la Medium lloraba con una tristeza profunda. La abracé fuerte, incluso “Sábado” acudió a consolarla. “ ¡Son tonteras mías, quizás!-dijo secándose las lágrimas con las manos- Desde chica tengo sueños así. Toda la gente que amo tiene que desaparecer, por eso me niego a sentir amor por alguien. Debo estar sola, eternamente sola, creo que es lo mejor,  porque no me merezco que alguien sienta cariño por mi : por una mujer que en sueños asesina a la gente que ama” Le di palmaditas en su robusta espalda “¡Luminosos nosotros, Crusoe, jajajaja , qué estupidez más grande! Acá el único luminoso es él ( y apuntaba con el pucho a la oficina de Benito Parranda) Nadie más que él, porque te lo doy firmáo, que si las profecías de Aiyún son ciertas y aterriza una nave nodriza  a rescatar a los elegidos, el primero que tiene su boleto reservado es Benito Parranda. Nosotros nos quedamos acá, bajo tierra, porque para eso nacimos, Crusoe, para ser olvidados”
La noche seguía su curso, las oscuras argollas de la luna habían desaparecido, ahora ésta parecía sangrar en un costado. El patio de los Gladiolos se iluminó con un púrpura intermitente. Corrió un viento helado, “Sábado” se escondió en la falda enorme de la “Medium” que entró en un trance profundo. Primero pensé que se había dormido, pero no, me di de eso cuenta cuando me agarró de las  manos y comenzó a hablar en un inglés perfecto .Fue ahí que la vi , vagando de cabina en cabina telefónica, buscándome, sin encontrarme.

martes, 18 de diciembre de 2012

SONRISA DE MUÑECA (14-2012)


El patio de los Gladiolos estaba convulsionado. Por las ventanas habían ojos observando otro falso alumbramiento de una nueva criatura imaginaria. La Llorona estaba con las piernas abiertas y en ellas la “Poto Fruncío” dirigía el trabajo de parto, con  la ayuda de la“Debbie Gibson” y la “Medium”.Entre ellas se comunicaban y esperaban algo que no llegaba. La Llorona gemía y su delantal estaba bañado en leche tibia. ¡Gritaba como si de verdad la estuvieran desgarrando por dentro! El Siniestro comentaba a otros mendigos (así, por lo bajo y todo burlesco) que parece que la weona en cualquier momento se iba a rajar. Para calmarla, la “Poto Fruncío” le decía que no pujara tanto, porque aún no era la hora, pero la “Llorona” la hacía callar con un “¡Este crío sí tiene que nacer!” El "Mensajero" desesperado llegó a nuestro encuentro y le comunicó a Benito Parranda que no encontraban la muñeca por ninguna parte. "Sí, Don Benito, mandamos  al “Pifia” y al “ matapasiones” a buscarla, pero sin resultados positivos", le explicaba todo compungido. La "Wirasacha" dijo que estaban buscando mal, que ahora que recordaba, antesdeayer habían visto a la Llorona en la plazoleta del frente, que seguramente la enterró bajo el árbol del suicidio. Me ofrecí para ir a buscar a la muñeca y por instrucciones de Benito Parranda, me acompañó el Siniestro. Acatamos en silencio, pero a penas estuvimos en la calle y lejos de la vista del bueno de Benito, lo lancé contra una pared y le dije que no quería ni oírlo respirar, porque si lo hacía, pero es que le sacaba de un solo combo en el hocico los últimos dientes para que se hiciese un collar dentífrico. “¿Tu y cuántos más?”- me dijo el Siniestro todo desafiante- De verdad que estuve a punto de incriminarme, pero me contuve : conté hasta 10 y en números romanos, tal como me enseñó mi Mamá, que en paz descanse . Llegamos al árbol del suicidio ( en una de las ramas encontramos colgado al "cogollo")y comenzamos a excavar con las manos y ahí encontramos la muñeca envuelta en papeles de diario. “ ¡Esa weona está más pitiá, no sé pa qué  continúan con el show! Hay que decirle la verdad no más, que nunca será madre” y mientras decía eso el Siniestro tomaba del pelo a la muñeca que no paraba de sonreír y decir “Mamá, te amo” En parte tenía razón ( me duele reconocer que el wea estaba en lo cierto), pero por otra parte es una maldad hacer más miserable la vida de la “Llorona”. Lo miré con un odio  y le dije que me pasara la muñeca, pero no quería y cada vez que intentaba arrebatársela, me decía como si fuese un torero “Oleeeeeeee” Ya la paciencia se me estaba acabando  y cuando estaba a punto de arrancarle los dientes, un quiltro salido de la nada comenzó a morderle la pierna. Lo reconocí a penas lo vi : Era “Sábado”

sábado, 15 de diciembre de 2012

AUXILIO (13-2012)

Las cosas ocurren tan de repente que no nos damos cuenta de nada. Ahí estaba abrazando a Benito Parranda, como el buen hijo hace con su Padre, comiéndome cada uno de sus miedos y tristezas. Hay comunicaciones que no necesariamente se expresan con palabras….parecerá loco lo que digo, pero una acción dice más que una carta escrita a doble carilla. La médium dice que es una capacidad,que pocos la tienen y esa noche que lo dijo en el patio de los Gladiolos, el Siniestro se reía de ella y ponía caras para provocarla, pero ella lo ignoraba , hasta que finalmente se salió del grupo, le dijo algo al oído y el Siniestro enmudeció, así de pronto, tal cual. En esa oportunidad el Chabelín recordó a cada uno de los que se habían ido de nuestro lado, comenzando con el “Acorazado”, la “Flor Silvestre” y terminando con el “Manco Saavedra”. De verdad, eso es lo que más lamento. Es cierto, me despedí de él, pero ya muerto. Hubiese dado lo poco que tengo para despedirme como corresponde, pero no se pudo y no se pudo. ¿Y la Bretaña? ¡Qué manera de transmitir cosas con su mirada! Ella pedía a gritos un beso, no uno de cualquiera, uno mío y nos amamos desesperados en el parque bajo un cielo de mil estrellas, hasta que por fin encontramos a “Sábado” ladrando hacia nosotros. Nos vestimos a la rápida , el último beso a la rápida y nos fuimos al “Callejón de los Olvidados”. En realidad la pega la estaba haciendo mal. ¡Qué imbécil soy a veces! Debía llorar los miedos y las tristezas de Benito Parranda, debía hacerlo, al menos por esta vez, porque eso hace un hijo, un buen hijo, pero no: Ahora lloraba mis propios miedos y tristezas y hundí mi rostro en el hábito pasáo a vino santo. “Hijo mío, hiciste lo mejor que pudiste, él lo sabe, él lo entiende, él está orgulloso de ti”. No hablaba, pero le decía en mi llanto que fue imposible salvarlos a todos. ¡Las manoplas del fuego los tenía acorralados! El Jauría sólo pensaba en sus perros y cada vez que corría a rescatar a uno, otro se le perdía. ¡Era como si quisiese retener en sus manos todos los océanos del mundo y eso, créame, Benito Parranda, es imposible, nadie puede hacer eso! Nunca más vi al Jauría….La Bretaña me hablaba en inglés y nada le entendía. Con sus manos me explicaba que  debía volver para ayudar a la “Prolífica” con sus tres huachos. La seguí, pero algo cayó como un saco de papas sobre mi y de ahí no recuerdo más, sólo sé que desperté en el rincón más cómodo del Hogar de Crizto con ese pijama a rayas que, créame, de verdad que me deprime-
¿ Será el vino que me dio, Benito? Algo debe de tener, porque comienzo a recordar todo en HD y eso, créame, me hace daño, pero a la vez libera. “Llora, hijo, llora – me decía Benito Parranda- siempre estaré para ustedes” Ojalá que así sea, no soportaría otra pérdida, porque, escúcheme bien:  Si  a usted le pasa algo, el Hogar de Crizto se va a las pailas y eso lo sabe, no se haga el de las chacras ¿Y qué pasará con nosotros? Volveremos a las calles, quizás dormiremos en el Hogar, pero no será lo mismo, porque sería volver al útero, pero uno ajeno, oscuro y frío, más frío que todas esas noches de invierno que matan mendigos. No, ya no tendríamos a ese padre incondicional que es usted, Benito y hablo sin palabras, sé que usted percibe mi mensaje que le dejo escrito con mis lágrimas en sus Hombros. ¡Siempre de los siempres seremos sus hijos, eso no lo olvide jamás!
En ese momento se abrió la puerta de golpe: Era la Wirasacha. ¡¡Don Benito, Don Benito Parranda, pasó algo terrible, tiene que venir!!...perdón…disculpe Don Benito. ¿Estaba llorando? Y la Wirasacha me miró sentenciadora : Estaba prohibido entre los mendigos causarle algún malestar al bueno de Benito. La promesa fue la siguiente: En estos casos debíamos esmerarnos en dibujarle, a toda costa, una sonrisa.
--- Nada malo hija, sólo estábamos conversando. – le dijo sonriente Benito Parranda, mojándose el “magnate” con el conchito de vino que quedaba en la copa-¿ Qué pasa?
---¡ Otra vez sucedió!
Dejó todo y corrimos guiados por la Wirasacha al patio de los Gladiolos:  Ahí estaba ella, pariendo imaginariamente a un hijo que nunca llegó, con leche brotando de sus tetas.



sábado, 25 de febrero de 2012

POEMA DEL POETA TRISTE ( BONUS TRACK)


Este es el poema del Poeta Triste que leyó en esa noche que no se le vio aparecer más en el Hogar de Crizto. Se encontró escrito en una pared anónima del Callejón de los Olvidados, al día siguiente en que los bomberos apagaron el incendio que terminó con la vida de unos cuántos mendigos.

"No somos hijos de Dios, Benito Parranda, entienda,
somos sus excelentísimos huachos
los que escarbamos en la basura de los escojidos,
somos los que cagamos en cualquier kiosko soleado,
que firmamos con nuestros meados cada cortina de metal que ronronea en un Mall,
un cadáver que lanzamos  más allá de los límites cibernéticos desta ciudad.

No somos hijos de Dios, Benito Parranda, debe entenderlo;
somos sus huachos, los que dormimos en las escalinatas de los Templos,
que por hambre hacen fila para desayunar una ostia y un poco de bendito vino;
por eso nuestros dedos se asoman por los zapatos rotos, Benito Parranda;
por eso dormimos sin contar ovejas, porque las degollamos , las des-lanamos ,
las fileteamos con los dientes escasos y las cenamos entre sueño y sueño,
mientras usted, en su oficina, brinda con el Arzobispo de Santiago du Chili
porque en el país, según usted, el  Nazareno sigue construyendo hogares para los olvidados
y nosotros, nosotros ahogamos nuestras tristezas en una copa tetra pack
y deseamos, deseamos dejarnos vencer por el frío
y amanecer, amanecer con los ojos gravitando falsas celebraciones con globos y serpentinas.

No somos hijos de Dios, Benito Parranda
No somos hijos de Dios, Benito Parranda
No somos hijos de Dios, Benito Parranda

sábado, 1 de octubre de 2011

PADRE MIO ( 12-2011)



--Por qué, Dios santo, me siento tan miserable? – decía el bueno de Benito Parranda, bebiendo más del vino bendito-

Era obvio, había pasado a la fase siguiente, porque a penas seguía el ritmo de Thriller con el pie. Como que se hundió en la silla y al frente tenía el sagrado corazón de Crizto que brillaba con la luz tenue de la luna que caía por un vitral acusete que contaba la verdad de las negaciones de Pedro.

--Tienes hambre, Crusoe? – Me dijo- Tráeme ese corazón, por fa-

Yo ,obediente, se lo acerqué y lo abrió en forma sacrílega, arrojando un montón de ostias a un plato adornado con las figuras de los apóztoles amados, todos preparándose para olvidar a su Crizto. Luego fue al refrigerador y en una inocente taza echó un poco de ketchup y un poco de Mayonesa y formó una suave salsa Golf en la cual untó una ostia sagrada. Yo estaba medio espantado, pero Benito Parranda, con la mayor naturalidad del mundo, me dijo que si nos estábamos bebiendo la sangre del Crizto, debíamos hacer la eucaristía completa y luego, comiéndose una ostia y bebiendo un poco de vinito, me guiñó el ojo, invitándome a compartir este inusual sacramento. “Esto nos hará bien, hijo mío, hip!” y luego volvía a reír con la sonoridad de un cabro chico. Igual no me engañaba, porque lo notaba triste  y temía que en cualquier  momento se largase a llorar a mares. Y eso sí sería extraño, porque nadie ha visto llorar a Benito Parranda. Incluso han corrido apuestas en las desgracias peak del Hogar, como por ejemplo el día que encontramos tieso al Manco Saavedra o el día en que se le perdió pista al Poeta Triste. Quizás por eso temblaba.....no sabría cómo enfrentar esta situación…Benito Parranda no conoce de tristezas, siempre dice eso el Chabelín y una noche en particular, cuando lo volvió a repetir, nosotros asentimos en silencio, fumándonos un pucho compartido. “Y quién vea llorar a Benito Parranda – dijo el Chabelín esa misma noche- tiene la misión de dibujarle una sonrisa, porque él siempre está dispuesto a darnos una palmadita en el hombro o a hablarnos por enésima vez de los prodigiosos milagros de San Pelafustán para demostrarnos que siempre de los siempres existe una llama de divinidad, incluso en los más rufianes. Así que ya saben, esto es palabra de Mendigo”. Y luego sellamos el compromiso ,escupiendo las palmas y dándonos un fuerte apretón de manos.

--Tu venías por tus harapos….sácalos de ese cajón

Y con la vista perdida en el infinito de sus pensamientos me guió y yo , tambaleándome, abrí el cajón y ahí estaban mis ropajes. Sonreí y noté que tenían un perfume que me agradaba…era como a violetas recién cortadas y volví a recordarla a ella de cuerpo entero, con esos ojos profundos que me rogaban, entre el caos y la lluvia de cenizas, que no me fuera jamás de su lado. ¡ Me abrazaba  con una ternura que no es de este mundo  !
--Sabes, Crusoe? Yo, de repente me siento igual que ustedes…no, no me digas nada y no me abraces, por favor. Sí, me siento igual que ustedes..

Y al bueno de Benito se le quebró la voz y comenzó a llorar con una amargura que partía el alma oírlo y el cruzifijo alta redención que tenía colgado del cuello se ahogó en el vaso de vino(¡El pobre Crizto parecía un náufrago dando la cara al mundo en la tormenta de lágrimas que caía sobre el vaso!)

--Vamos, Benito, no se me ponga así – lo abracé a la fuerza-

--Es que no entiendes…no puedo hacer más por ustedes..

--Lo ha hecho todo.

--¡¡¡Dejé morir al manco Saavedra!!!! – decía todo moquillento y gimiendo como un niño culposo -

--Son cosas que pasan.

--…..

Es verdad que estaba medio ebrio, pero al ver a Benito Parranda en ese estado, me atacó toda la lucidez y le consolaba como él me hubiese consolado, por eso le relaté los grandilocuentes milagros de San Pelafustán uno a uno y él, poco a poco, esbozaba una sonrisa, sobre todo cuando le teatralicé el milagro de las monedas doradas de chocolate en el bolsillo del niño que no sabía sonreír. Lo miraba divertido y recordé a mi padre que muchas veces prefirió estar con sus amigotes en el bar o perdiendo el tiempo en el Hípico, mientras mi Mamá se las ingeniaba para darme de comer y me hablaba de mi padre como si éste estuviese muerto.

--Sabe, Benito? Usted es como el padre de todos nosotros, así que séquese esas lágrimas y abráceme, porque lloraré por usted

Y él me abrazó diciéndome “hijo mío” y yo hundí mi rostro en el hábito y lloré por mi padre y lo perdoné por toda la ausencia que me brindó y di las gracias por tener a Benito Parranda y por haber logrado dibujar una sonrisa en su rostro cansado de tanto amar sin pedir nada a cambio.

sábado, 17 de septiembre de 2011

THRILLER ( 11-2011)



Quizás fue el vino, aún no lo sé, pero de repente me invadieron unas imágenes : Yo corriendo cuadras y cuadras con una mujer de unos ojazos azules, buscando a un quiltro que parecía significar mucho para mi, porque gritaba su nombre ,como lo hace  un amo que pierde a su fiel mascota en un parque inmenso de verde silencio. La mujer en la imagen      (parecía quererla mucho) gritaba “Saturdayyyyy-Saturdayyy!!!!”De verdad que no entendía por qué estaba con esa mujer y por qué exigía un sábado ,si por el color de esa imagen estoy seguro que era un Domingo o Lunes (algo sé de inglés, lo básico, pero lo sé) Bebo al seco otro sorbito de vino, mientras Benito Parranda me contaba por milésima vez en este trimestre      ( por eso evito su oficina)los extraordinarios milagros de San Pelafustán.

 Luego, no sé, en esa o en otra imagen, le digo en señas a esa mujer de ojazos azules que debemos ir al Callejón de los Olvidados…¿Callejón de los Olvidados? Es cierto que todos los mendigos hablaban de él y es cierto también que Benito Parranda era el único que sabía las coordenadas exactas. Omitía decirnos su ubicación, por temor a que terminásemos allá. Me sorprendí de la propiedad con que recordaba aquél sitio ¡Hasta sentía el aroma de sus charcos de agua estancada, el calor de sus fogatas improvisadas e incluso oía los ladridos de los ejércitos de quiltros custodiando la entrada!…sí, debe ser el vino, no hay otra explicación. ¡Y Benito Parranda  insiste en servirme otro cortito, dice que otro no hace nada y trata de convencerme que este vinito está santificado por el Arzobispo de Santiago du Chili! De verdad temo beber otro sorbito, porque estoy recordando cosas que no quiero recordar. “¡¡Hijo, mío, beba la sangre del Crizto, no sea niñita!!”- me dice Benito Parranda con todos sus dientes morados-Y claro, le hago caso…aunque prefiero un Vodka “Putonski”, eso pienso, mientras el bueno de Benito sigue con la cháchara de que todo mendigo que llega al Hogar, es como un nuevo hijo.

Bueno, no sé, las imágenes se suceden unas a otras sin orden cronológico..no les ha pasado? Es como tener un mazo de naipes en tus manos e ir ordenándolos por pintas, una weá así… y ahí vi a esa mujer de ojos azules que me besaba con fogosidad y apagaba el cigarrillo en el vidrio de una cabina telefónica y sentimos las risas grotescas y los cánticos violentos  de un grupo de hombres con cadenas y machetes con dirección hacia el famoso Callejón. Ambos nos arrodillamos y ella escondió su rostro en mis harapos y comenzó a temblar y a ponerse pálida y decía entredientes “Killer—killer” ( Benito Parranda sabe más inglés que yo y le pregunté qué significaba Killer y me dijo que significaba MIEDO…no, no, me dijo, eso es thriller, ja ,ja ,ja , me acordé de Michael Jackson, me dijo todo mareado como barquito de papel y comenzó a hacer los pasitos del video aquél por toda la oficina y, sin querer queriendo, botó el sagrado corazón de Crizto, en donde guardaba las ostias. Cooooncha, este vino parece que fue exprimido por Satanás,ja,ja,ja y yo me reía, porque era divertido oír al Bueno de Benito pronunciar el nombre del cachúo. Ja ,ja ,ja ,noooo , hijo mío, Killer significa “muerte”) y me trataba de explicar que debíamos volver, porque hoy era el día que se cumpliría una amenaza y yo, de verdad, no entendía mucho lo que me decía y ella, de impotencia, lloraba sin subtítulos. Creí que quería que la besara, pero me rechazaba y, después que el grupo se perdió por una esquina poco iluminada, ella abrió la puerta de la cabina y me tomó la mano y comenzó a correr. ( No Don Benito, no se preocupe, estoy bien….otro cortito? Déle no más, sirva con confianza..total..qué le hace el agua al pescáo? jajaja. Siiiií, todos somos sus hijos y usted como buen padre que es le exijo que este pijama a rayas me lo cambie por otro hasta que encuentre mis harapos. ¡¡No me importa que tenga estampes de ositos sonrientes!!)

Me vino otra imagen y sí, el nombre de esa mujer es Bretaña (no, no era un país)y se tropezó y cayó con las manos haciendo freno en el asfalto y se le abrió el banano y de él se asomó un turro de dólares, una fotografía de una pareja de recién casados bailando el Vals de Strauss y una cajetilla de cigarrillos largos con sabor a vainilla. Ella, asustada, recogió sus pocas pertenencias y me tomó otra vez la mano y ahí recordé a “Sábado” y le dije que no estaba conmigo y eso me pareció raro, porque era como una sombra en la suela de mis bototos. Devolvámonos, le dije, pero ella me rogaba que debíamos seguir calle abajo, que sus friends corrían danger. Ahí nos quedamos un rato y comenzamos a llamar a Sábado en nuestros respectivos idiomas y él no aparecía por ninguna parte.