El patio de los Gladiolos estaba convulsionado.
Por las ventanas habían ojos observando otro falso alumbramiento de una
nueva criatura imaginaria. La Llorona estaba con las piernas abiertas y en
ellas la “Poto Fruncío” dirigía el trabajo de parto, con la ayuda de la“Debbie Gibson” y la “Medium”.Entre ellas se
comunicaban y esperaban algo que no llegaba. La Llorona gemía y su delantal
estaba bañado en leche tibia. ¡Gritaba como si de verdad la estuvieran
desgarrando por dentro! El Siniestro comentaba a otros mendigos (así, por lo
bajo y todo burlesco) que parece que la weona en cualquier momento se iba a rajar. Para calmarla, la
“Poto Fruncío” le decía que no pujara tanto, porque aún no era la hora, pero la
“Llorona” la hacía callar con un “¡Este crío sí tiene que nacer!” El "Mensajero" desesperado llegó a nuestro encuentro y le comunicó a Benito Parranda que no
encontraban la muñeca por ninguna parte. "Sí, Don Benito, mandamos al “Pifia” y al “ matapasiones” a buscarla,
pero sin resultados positivos", le explicaba todo compungido. La "Wirasacha" dijo que estaban buscando mal, que
ahora que recordaba, antesdeayer habían visto a la Llorona en la plazoleta del frente,
que seguramente la enterró bajo el árbol del suicidio. Me ofrecí
para ir a buscar a la muñeca y por instrucciones de Benito Parranda, me
acompañó el Siniestro. Acatamos en silencio, pero a penas estuvimos en la calle
y lejos de la vista del bueno de Benito, lo lancé contra una pared y le dije
que no quería ni oírlo respirar, porque si lo hacía, pero es que le sacaba de
un solo combo en el hocico los últimos dientes para que se hiciese un collar
dentífrico. “¿Tu y cuántos más?”- me dijo el Siniestro todo desafiante- De verdad que estuve a punto de incriminarme, pero me contuve : conté
hasta 10 y en números romanos, tal como me enseñó mi Mamá, que en paz descanse .
Llegamos al árbol del suicidio ( en una de las ramas encontramos colgado al "cogollo")y comenzamos a excavar con las
manos y ahí encontramos la muñeca envuelta en papeles de diario. “ ¡Esa weona
está más pitiá, no sé pa qué
continúan con el show! Hay que decirle la verdad no más, que nunca será madre”
y mientras decía eso el Siniestro tomaba del pelo a la muñeca que no paraba de
sonreír y decir “Mamá, te amo” En parte tenía razón ( me duele reconocer que el
wea estaba en lo cierto), pero por otra parte es una maldad hacer más miserable
la vida de la “Llorona”. Lo miré con un odio
y le dije que me pasara la muñeca, pero no quería y cada vez que
intentaba arrebatársela, me decía como si fuese un torero “Oleeeeeeee” Ya la
paciencia se me estaba acabando y cuando
estaba a punto de arrancarle los dientes, un quiltro salido de la nada comenzó
a morderle la pierna. Lo reconocí a penas lo vi : Era “Sábado”
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