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domingo, 31 de julio de 2011

NOCHE DE LLUVIA ( 3-2011)

Era una de esas noches de lluvia orquestada y sicodélica, de esas noches que la lluvia se desata para todos lados : lluvia zigzagueante, lluvia como abanico, lluvia larga , lluvia con chanfle, lluvia rítmica y lluvia fiera (de esas que te mojan hasta la ropa que no llevas puesta)

Caminaba sin rumbo fijo, comiendo un pan con mortadela mientras mis lágrimas caían regañadientes, porque a cada momento recordaba al manco Saavedra y su muerte. Recordaba que nos quedamos los dos solos y que le conté que hay veces que de verdad uno se siente miserable y no es por el hecho de andar vistiendo harapos, ¡ no Señor!, es algo más íntimo…y él me miraba con su cara de fiambre aún cálido, porque le toqué la mano y, a parte de sentirlo aún cálido, descubrí que tenía un anillo en su anular, uno de acero quirúrgico que estaba escrito con un cuchillo el nombre de una mujer : CARMENCHA. “Al menos alguien llorará su ausencia…ojalá que así sea”- pensé en voz alta-

De verdad que me sentía miserable e insisto que no es por los harapos..a quién le miento? Si, los harapos ayudan mucho a sentirme en esta condición, porque vaya donde vaya me esquivan como si fuese una rata con lepra y me miran con desconfianza como si les fuese a robar …sí…los harapos ayudan harto a sentirme así.


----Que te pillamos, acá estás!!!- me dijeron dos hombres que salieron de la nada y que me arrastraron
a un callejón sin nombre.

No entendía nada y los dos hombres me arrastraban y golpeaban el asfalto con cadenas, como si quisiesen arrancarle alguna confesión.

--- Acá está el ladrón, devuelve lo que te llevaste!! – gritaban hacia las casas, para justificar su agresión -

Y a mi me comenzó a dar un ataque de risa, porque sabía que por más que escudriñaran mis bolsillos no encontrarían nada.

----Y te reís, maricón!!!!! –

Ese fue mi acabóse y comenzaron a darme de cadenazos y por más que me cubría el rostro, me dieron firme en misbrazos, en mi espalda y en mis piernas y cuando ya comenzaba a ver al manco Saavedra en colores celestiales, no sé de dónde apareció un ejército de perros vagos que comenzó a atacar a mis atacantes que huyeron despavoridos hacia el puente del Cardenal Tuerto. Uno de los perros se quedó conmigo y comenzó a lamer mis heridas..... luego vi unos bototos …alcancé a subir la vista un poco más, un poco más, por Dios, santo ….la lluvia a penas me dejaba ver…..un poco más, un poco más…..era un hombre envuelto en naylon…un poco más, un poco más…y me fui a negro, como si un telón oscuro me cubriese de cuerpo entero....

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